El espacio público es “parte constitutiva, esencial, inseparable de la casa”


El espacio público es "parte constitutiva, esencial, inseparable de la casa", de nuestro propio cuerpo. Permitir por acción u omisión, la degradación de barrios y espacios protegidos, además de un delito es una demostración de total desprecio por la vida y la convivencia







La quietud y la accesibilidad es sustituida por la velocidad y la movilidad. Como decía el gran urbanista Cerdá, el espacio público es "parte constitutiva, esencial, inseparable de la casa", de nuestro propio cuerpo. Precisamente porque existe esa relación tan íntima entre espacio público y vivienda y porque los espacios públicos son parte esencial de la ciudad, "el deterioro de los espacios públicos implica a la larga el deterioro residencial, comercial y social de un barrio" 



Las ciudades no sólo se hacen con estándares y dotaciones mínimas. "Intervenir en la ciudad es uno de los recursos de mayor incidencia en el cambio social". El urbanismo se sigue apoyando en una lógica inmobiliaria y mercantilista encaminado a la insostenibilidad más absoluta, eliminando de sus objetivos cualquier consideración de fenómenos complejos, eludiendo la intervención a favor de la diversidad funcional y social, alejándose consecuentemente de los ciudadanos. 



Si el derecho a la ciudad es un derecho que significa vivirla como algo nuestro y no ajeno y no remitido a la esfera de las decisiones privadas, en su planificación se debe abordar los problemas de su estructura, y de los diferentes grupos sociales, atajar de raíz los medioambientales, el modelo de producción y consumo, y asumir el principio de precaución por su incidencia en la salud de sus habitantes. Admitir esta forma de hacer ciudad significa un cambio de prioridades, y de modelo, en la planificación urbanística en donde uno de sus objetivos fundamentales sería la ciudadanía y esto implicaría acometer una reforma de la "gobernación" de las ciudades (de la sociedad), basada en una mayor participación de la ciudadanía en las 
decisiones cotidianas, que revitalice la vida social y política y fortalezca la vertebración social alrededor de los futuros proyectos. Este es un derecho fundamental en un estado democrático, con independencia de cómo se articule éste. 



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