Nación y Fuerzas Armadas |
por Jorge Augusto Cardoso |
La crisis que provocó la escisión de las FFAA con la Nación, es a la vez la de la Nación y sus FFAA.
Su origen proviene de la interrupción de gobiernos civiles por militares y en la guerra que libró el país en los 70 contra fuerzas guerrilleras que intentaron apropiarse del poder con la ayuda de Cuba y otros países del mismo signo.
Los primeros fueron promovidos inicialmente por civiles que hicieron creer a los militares que era lícito apropiarse de un gobierno por la fuerza.
Irigoyen, Alem, del Valle, etc. en 1890, en el 93 y en el 1905 justificaron y lideraron la protesta armada convenciendo a jóvenes militares a participar en las insurrecciones contra los gobiernos constituidos.
En 1930, el pueblo deseaba apartar a un líder que había dejado de serlo. Los radicales, los socialistas y otras fuerzas políticas golpearon las puertas de los cuarteles en 1955; y en el 76, fue casi el pueblo entero, empujado entonces por el deseo de terminar con el terrorismo y la violencia que provocaban montoneros y erpianos.
La guerra contra los terroristas mencionados comenzó en y por orden de un gobierno democrático. Continuó aún sin él.
Muchas muertes. Mucha sangre derramada. Heridas, viejas heridas que hoy se hacen presente entre hermanos.
Resolverán el futuro si se comprendiera que no hubo buenos y malos.
Todos en alguna manera fuimos malos, en el sentido que se usaron medios malos para lograr los fines o se miró para el costado ante lo que estaba ocurriendo.
Hoy las FFAA, rechazadas por el gobierno actual que denigra sus méritos, sus hombres, discute sus estructuras y no las retribuye ni simbólica ni económicamente de acuerdo al rol que cumplen para el sostenimiento de la sociedad, se reflejan a sí mismas y su código de valores, marginadas, excluidas de la sociedad.
La sociedad en general y el gobierno en particular debería analizar el hecho de que para defenderse no hacen falta sólo medios, órdenes y entrenamiento, hacen falta espíritu de lucha, sentido de pertenencia y voluntad. Ambos valores, por las conductas mencionadas, están siendo arrancados de a poco de nuestras FFAA; y de a poco nos quedaremos totalmente indefensos aunque, en el apuro ante una agresión, se consigan los medios.
No es conveniente continuar denostando y degradando a nuestras FFAA, pues estamos obrando contra nosotros mismos.
Una guerra contra Argentina, por sus riquezas naturales, sus espacios vacíos, su agua potable que escasea cada vez más en todo el mundo, será una guerra contra todos los argentinos; nuestras instituciones; nuestras libertades; nuestros bienes...; nuestras familias. Y será en todos los campos, en el económico financiero, en lo tecnológico e informático y aún en el psicológico e ideológico. Y no estamos preparados.
Urge combatir todos los niveles de ignorancia y el desinterés respecto a la defensa nacional, sus realidades, exigencias y valores.
Urge recomponer la relación FFAA, Nación, y esta es tarea que involucra a todo el cuerpo social y al Gobierno en particular.
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Su origen proviene de la interrupción de gobiernos civiles por militares y en la guerra que libró el país en los 70 contra fuerzas guerrilleras que intentaron apropiarse del poder con la ayuda de Cuba y otros países del mismo signo.
Los primeros fueron promovidos inicialmente por civiles que hicieron creer a los militares que era lícito apropiarse de un gobierno por la fuerza.
Irigoyen, Alem, del Valle, etc. en 1890, en el 93 y en el 1905 justificaron y lideraron la protesta armada convenciendo a jóvenes militares a participar en las insurrecciones contra los gobiernos constituidos.
En 1930, el pueblo deseaba apartar a un líder que había dejado de serlo. Los radicales, los socialistas y otras fuerzas políticas golpearon las puertas de los cuarteles en 1955; y en el 76, fue casi el pueblo entero, empujado entonces por el deseo de terminar con el terrorismo y la violencia que provocaban montoneros y erpianos.
La guerra contra los terroristas mencionados comenzó en y por orden de un gobierno democrático. Continuó aún sin él.
Muchas muertes. Mucha sangre derramada. Heridas, viejas heridas que hoy se hacen presente entre hermanos.
Resolverán el futuro si se comprendiera que no hubo buenos y malos.
Todos en alguna manera fuimos malos, en el sentido que se usaron medios malos para lograr los fines o se miró para el costado ante lo que estaba ocurriendo.
Hoy las FFAA, rechazadas por el gobierno actual que denigra sus méritos, sus hombres, discute sus estructuras y no las retribuye ni simbólica ni económicamente de acuerdo al rol que cumplen para el sostenimiento de la sociedad, se reflejan a sí mismas y su código de valores, marginadas, excluidas de la sociedad.
La sociedad en general y el gobierno en particular debería analizar el hecho de que para defenderse no hacen falta sólo medios, órdenes y entrenamiento, hacen falta espíritu de lucha, sentido de pertenencia y voluntad. Ambos valores, por las conductas mencionadas, están siendo arrancados de a poco de nuestras FFAA; y de a poco nos quedaremos totalmente indefensos aunque, en el apuro ante una agresión, se consigan los medios.
No es conveniente continuar denostando y degradando a nuestras FFAA, pues estamos obrando contra nosotros mismos.
Una guerra contra Argentina, por sus riquezas naturales, sus espacios vacíos, su agua potable que escasea cada vez más en todo el mundo, será una guerra contra todos los argentinos; nuestras instituciones; nuestras libertades; nuestros bienes...; nuestras familias. Y será en todos los campos, en el económico financiero, en lo tecnológico e informático y aún en el psicológico e ideológico. Y no estamos preparados.
Urge combatir todos los niveles de ignorancia y el desinterés respecto a la defensa nacional, sus realidades, exigencias y valores.
Urge recomponer la relación FFAA, Nación, y esta es tarea que involucra a todo el cuerpo social y al Gobierno en particular.
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