Carta enviada por la Dra. Hilda Molina, al Dr. Hipólito Solari Yrigoyen, Presidente de Nuevos Derechos del Hombre
Ciudad Habana, Cuba, 10 de feb. de 2009
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Dr. Hipólito Solari Irigoyen
Respetado Dr. Solari Yrigoyen:
Para comenzar, le envío un respetuoso y cariñoso saludo. Desde hace mucho tiempo, he deseado comunicarme con usted, pero la realidad ha conspirado contra mis deseos. Como es conocido, los cubanos no estamos autorizados al acceso privado a Internet. En el año 2005, personas solidarias que sí tienen esta posibilidad, me permitieron utilizar este importante medio, pero se produjo entonces el agravamiento de la salud de mi madre, y no pude continuar concurriendo al lugar en cuestión. Ahora, desde finales del pasado año, he reiniciado mi actividad al respecto; mi tiempo de acceso se limita a no más de dos horas cada semana. Disculpe que le remita estas líneas en forma de archivo, pero las confeccioné en mi hogar, pues como le explico, mi tiempo en Internet es muy escaso.
Después de estas precisiones iniciales, deseo en primer lugar, agradecerle de todo corazón, en mi nombre y en el de mi familia, su solidaridad, y su valiosa ayuda en este sufrimiento que nos aflige desde hace quince años. Aunque no he tenido el altísimo honor de conocerlo personalmente, mi hijo y mi nuera me han informado sobre su verticalidad ética, su honorabilidad, su valentía, su incansable lucha por el respeto de los derechos humanos; y la coherencia entre su verbo y su acción. Ellos lo admiran mucho, admiración que esta humilde servidora comparte.
Dr. Hipólito Solari Irigoyen
Respetado Dr. Solari Yrigoyen:
Para comenzar, le envío un respetuoso y cariñoso saludo. Desde hace mucho tiempo, he deseado comunicarme con usted, pero la realidad ha conspirado contra mis deseos. Como es conocido, los cubanos no estamos autorizados al acceso privado a Internet. En el año 2005, personas solidarias que sí tienen esta posibilidad, me permitieron utilizar este importante medio, pero se produjo entonces el agravamiento de la salud de mi madre, y no pude continuar concurriendo al lugar en cuestión. Ahora, desde finales del pasado año, he reiniciado mi actividad al respecto; mi tiempo de acceso se limita a no más de dos horas cada semana. Disculpe que le remita estas líneas en forma de archivo, pero las confeccioné en mi hogar, pues como le explico, mi tiempo en Internet es muy escaso.
Después de estas precisiones iniciales, deseo en primer lugar, agradecerle de todo corazón, en mi nombre y en el de mi familia, su solidaridad, y su valiosa ayuda en este sufrimiento que nos aflige desde hace quince años. Aunque no he tenido el altísimo honor de conocerlo personalmente, mi hijo y mi nuera me han informado sobre su verticalidad ética, su honorabilidad, su valentía, su incansable lucha por el respeto de los derechos humanos; y la coherencia entre su verbo y su acción. Ellos lo admiran mucho, admiración que esta humilde servidora comparte.
Mi adorado hijo (el Dr. Roberto Quiñones Molina), ha tenido que librar batallas allá en la Argentina, que le han resultado difíciles y dolorosas. Gracias a Dios, ha podido contar con el apoyo de su esposa, de personas como usted; y con la solidaridad del pueblo, y de parte de la prensa de aquel maravilloso país. Tiene mi hijo además, la responsabilidad de su trabajo, el que es extremadamente complejo, por la gravedad de los enfermos que nuestra especialidad atiende. En adición, labora intensamente en compañía de su extraordinaria esposa, no sólo para mantener a su familia, sino también a mi madre y a mí, que no percibimos ni un centavo. Con el arribo de mi madre a la Argentina, la situación de mi hijo se tornó aun más complicada, pues ella llegó muy enferma, incluso con peligro de su vida. Todo lo previamente expuesto, síntesis de la realidad que vive mi hijo, ha de terminado que se encuentre en extremo sobrecargado y agobiado. Con el objetivo de aliviarlo, porque me preocupa la tensión a que está sometido, le he rogado que me permita asumir la mayor parte de esta lucha, en pos de que se respeten no sólo nuestros derechos familiares, sino también, los derechos humanos y familiares, sistemáticamente violados en nuestra nación.
Con respecto a mí, inicié el pasado diciembre un blog, apoyada por los solidarios jóvenes de CADAL. Como tengo casi 66 años, y mi salud no está nada bien, he decidido concentrar mis esfuerzos en la defensa de los derechos familiares. Intentaré publicar en el blog, al menos con una periodicidad semanal, artículos que reflejen la lamentable realidad de mi Patria; y las traumáticas vivencias de mi difícil existencia, en estos últimos 50 años. La dirección del blog es: http://www.hildamolina.blogspot.com/. No quiero morir, sin que todo esto quede escrito.
Lamento mucho que personas y organizaciones de América Latina y de otras latitudes, teóricamente defensoras del respeto a los derechos humanos, se identifiquen con la interminable dictadura que oprime a mi sufrido país. Estoy convencida de que la historia, que no perdona, develará algún día, la barbarie que ha devastado a mi Patria; muchos sabrán entonces, de que han sido cómplices; el mundo sabrá entonces, quienes fueron los cómplices de tanta ignominia. Como previamente le expresé, yo centraré mis humildes energías, en continuar brindando mi modesto y pacífico aporte, hasta que logremos el respeto de las libertades y los derechos conculcados en esta isla mártir.
De nuevo, respetado y admirado Doctor, muchas gracias por todo. Me sentiría muy honrada, si pudiéramos mantener un contacto periódico. Yo habitualmente acudo a Internet, los miércoles por la tarde, sólo dos horas, por lo que únicamente puedo imprimir los mensajes que recibo, enviar los textos para el blog; y remitir algunas cartas, y las repuestas a los mensajes recepcionados el miércoles anterior. Quedo a su disposición, para lo que considere pertinente. Que Dios bendiga y proteja a usted, a su familia, y a los honorables miembros de Nuevos Derechos del Hombre. Un afectuoso y respetuoso saludo.
Dra. Hilda Molina
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