ANTES DE LA GUERRA


Antes de la guerra previsible,
dejadme tocar a los muertos necesarios:
ya lloré con los lloros y las sangres
de mi mundo amarillo y opulento.

Ahora que los jefes de la tierra
andan juntando revanchas y castigos,
para ocultar sus vicios y mentiras;
ahora que los dioses educados y correctos,
cambian los rezos por las armas
y dan consignas y panfletos en los templos;

ahora que los ciudadanos bienpensantes
del mundo confortable y bien comido,
se van acostumbrando a la malicia...
dejadme tocar a los muertos necesarios.

Sabré que estoy vivo
porque no haré piras de conciencias,
con mis valores eternos, porque
habré medido sin iras ni fusiles
la longitud de mi alma solidaria,
en un ejercicio convincente y convencido.

Sabré que estoy muerto,
porque haré carnavales patrióticos
con la voz de la esperanza acorralada,
porque bajaré los ojos y las manos
y rendiré mis silencios al olvido,
en un ejercicio vergonzante.

Se acumularán las sangres y las muertes,
en ese lugar espantoso de la Historia,
donde caen las iras poderosas y solemnes;
del hombre contra el hombre, de los dioses,
que pueblan de banderas tricolores, disonantes,
los más viles instintos de la especie.

Antes de la guerra previsible,
dejadme, de nuevo, la voz y la palabra:
ya sé que mi grito
no moverá a las estrellas,
pero dejadme que lo grite, por lo menos...

 

Luis E. Prieto - 17/01/2005 (Publicado en El Torrenti.com)


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