NOTA EN THE ECONOMIST-CHILE

 
   Santiago de Chile 24 de octubre de 2008
 
 
El mundo de espejo de Cristina - The Economist
Un esfuerzo hábil, pero miope del gobierno para impedir otro default
 

A través del mundo desarrollado, los gobiernos solventes han nacionalizado temporalmente los bancos cuya supervivencia estaba en duda. A Argentina, la que a menudo se parece al resto del mundo pero vista a través de un espejo distorsionado, le gusta hacer las cosas en forma diferente. En esta nación sudamericana el sistema de pensiones privado, el que ha sufrido pérdidas de inversión pero por otra parte es sólido, enfrenta la nacionalización permanente de un gobierno cuya propia solvencia ha sido puesta en duda.
El efecto inmediato fue dejarlos menos protegidos: el índice bursátil de Buenos Aires -el Merval- cayó 24% en dos días y los inversionistas inundaron el mercado con bonos argentinos, lo que hizo aumentar desmesuradamente su rentabilidad al 28%. Numerosos economistas y políticos opositores temen que la intención del gobierno sea depredar los fondos de pensiones para tapar un agujero fiscal cada vez mayor.
"Un robo legalizado": fue así como el periódico La Nación lo calificó en un editorial.
El Presidente conservador Carlos Menem estableció el sistema de pensiones privado en 1994. Este plan permitía que los trabajadores escogieran entre permanecer en el sistema estatal o cambiarse. Para 2003, el 84% de los trabajadores con un plan de pensiones había optado por los nuevos fondos privados. Ellos tienen 9,5 millones de cuentas y activos de US$ 30 mil millones. Son los inversionistas más grandes en los disminuidos mercados de capitales de Argentina. Su traspaso haría que fuera muchísimo más difícil reunir dinero para las firmas locales.
El sistema privado, el cual ahora comprende 10 fondos cuyos administradores incluyen al HSBC de Gran Bretaña y el BBVA de España, ha tenido sus problemas. Su introducción implicaba un costo de transición para el gobierno, a medida que caía el flujo de pagos al plan estatal. Éste fue uno de varios factores detrás del colapso financiero de Argentina en 2001, en el que el gobierno dejó de pagar deudas por US$ 81 mil millones.
Los retornos de los fondos han sido decepcionantes, en parte
- porque cobran grandes comisiones,
- pero también porque el Estado les ha exigido que mantengan una cantidad de bonos del gobierno (éstos ascienden al 55% de sus carteras).
En 2001, en un esfuerzo desesperado por impedir el incumplimiento de la deuda, Domingo Cavallo, ministro de Economía, los obligó a cambiar bonos (y efectivo) por documentos de baja rentabilidad o de largo plazo.
El año pasado, Néstor Kirchner, esposo de Fernández y su predecesor en la Presidencia, obligó a los fondos a deshacerse de algunas de sus inversiones extranjeras. Igualmente, permitió que los tenedores de cuentas individuales volvieran al sistema estatal sin ningún costo (1,2 millones lo hicieron así).
Antes de las elecciones presidenciales del año pasado, Néstor Kirchner aumentó el gasto público, especialmente en los salarios y pensiones del sector público. Ahora el gobierno está necesitado de dinero. Contaba con los impuestos a las exportaciones agrícolas. Pero el precio mundial del poroto de soya cayó en 44% en tres meses, lo que redujo los ingresos tributarios en US$ 2.700 millones. Y durante los próximos dos años vencen US$ 23 mil millones de la deuda pública.
Argentina no ha podido posponer el pago de esta deuda
porque la falta de confianza de los inversionistas en el gobierno los ha llevado a exigir tasas de interés astronómicas. El principal comprador extranjero de bonos argentinos hasta hace poco ha sido Venezuela, pero Hugo Chávez pide un alto interés, y de todos modos ahora tiene sus propios problemas fiscales.
Al proponer la nacionalización, Fernández ha debilitado todavía más la confianza en la solvencia de su gobierno y en los derechos de propiedad.
"¿Dónde se va a detener el Estado ahora?", pregunta Miguel Kiguel, ex funcionario de finanzas. "Hoy están tomando los fondos de pensiones. ¿Qué viene después?".
 
Desempleo golpea a las principales economías - MANUEL SILVA
EE.UU. tiene el mayor número de personas sin trabajo en los últimos cinco años. España, Inglaterra y Japón también muestran cifras cada vez más altas.
 
Una vez que la crisis financiera empieza a quedar atrás, comienzan a revelarse los efectos sobre la economía real. Y los pronósticos para 2009 no son alentadores, particularmente en lo que toca a una variable clave: el empleo.
A medida que buena parte de las economías industrializadas comienzan a entrar en recesión, los índices de desempleo alrededor del mundo empiezan a aumentar de manera preocupante.
En un reciente informe, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), organismo que reúne a las economías más industrializadas del mundo, pronosticó que este año el número de desempleados en el mundo crecerá en 1.000.000 de personas, mientras que la cifra podría doblarse en 2009 conforme el mundo se desacelera.
Eso significa que si la tasa de desempleo mundial en 2008 será del orden de 5,7%, para el próximo año podría subir a 6,1%, de acuerdo con el organismo.
Estados Unidos, la principal economía del mundo, que por sí sola representa alrededor del 20% del producto interno bruto mundial, está acusando de lleno los efectos del ambiente recesivo.
La tasa de desempleo en el país del norte se ubicó en 6,1% en septiembre, su mayor nivel en cinco años. En un reporte consignado por Bloomberg, el economista jefe para Estados Unidos de Goldman Sachs, Jan Hatzius, pronosticaba hace algunos días que la tasa podría elevarse a 8%, mientras que otros expertos prevén que la cifra podría alcanzar el 9%.
El gobierno de Washington advertía ayer que los índices de desempleo aumentarán en los meses que siguen, y preparó el estado de ánimo de la población.
Varios de los principales países del viejo continente ya están mostrando signos recesivos -Irlanda ya está técnicamente en recesión y el Banco de Inglaterra admitió esta semana que Gran Bretaña va en la misma dirección-, lo que tendrá efectos directos en la inversión, en el empleo y en el consumo.
Uno de los países más afectados es España, duramente golpeado por el desplome de su mercado hipotecario. Las cifras de septiembre revelaron 2,6 millones de desempleados (11,4%), la cifra más alta en una década y la mayor de los 27 países de la Unión Europea.
Alemania, la tercera potencia a nivel mundial, por ahora ha logrado resistir y el desempleo (septiembre) se ubica en 7,6% (en 2006 sobrepasaba el 10%), pero la fuerte caída en la demanda interna empieza a ser evidente. Daimler, el principal fabricante de automóviles alemán, reportó ayer una baja de 65% en sus ganancias operativas en el último trimestre.
Inglaterra también está acusando los efectos recesivos. En septiembre, el desempleo alcanzó el 5,7%, a estas alturas su mayor nivel en la década (en julio dicha tasa se ubicaba en 5,5%).
Tampoco el cuadro es muy favorable en Asia. Japón, la segunda mayor economía del mundo, y que hace años vive un proceso de estancamiento, alcanzó un desempleo de 4,2% en agosto, su mayor nivel en los dos últimos años. La cifra es desfavorable si se considera que en julio estaba en 4%.

Grandes empresas de EE.UU. siguen recortando personal
Un estudio de la consultora Watson Wyatt informó que en el plazo de un año, el 25% de las empresas EE.UU. prevé suprimir empleos.
Mientras Chrysler anunció que eliminará 1.825 puestos de trabajo, el fabricante General Motors, agobiado por las pérdidas, también dijo que continuará su plan de despidos, y anunció que dejará de contribuir a los fondos de pensiones de sus trabajadores. En el sector financiero, Goldman Sachs planea recortar hasta el 10% de su planilla laboral.
La tecnológica Dell se ha desprendido del 10% de su fuerza de trabajo desde 2007, mientras que Xerox anunció un recorte de 3 mil empleados. En tanto, Merck anunció que cortará el 12% de sus empleados para fines de 2011. En la misma línea Coca Cola ya ha recortado 1.000 empleos en sus operaciones en Estados Unidos.


 

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