ERROR DE CONCEPTO
por Malú Kikuchi Un gran periodista sostenía que "un error de información se podía tolerar, pero un error de concepto, jamás". Y se refería al periodismo. ¡Qué hubiera dicho de saber que algunos de aquellos que gobiernan Argentina, sufren severos, gravísimos errores de concepto!
Es más grave aún; nadie reacciona ante el error de concepto, pasa desapercibido, se lo acepta sin sobresaltos. En particular, hay un terrible error de concepto que se considera correcto, corriente, normal.
El resultado de ese error y de su aceptación casi generalizada, es esta Argentina sin instituciones, cada vez más alejada de la república que debería ser.
El miércoles 22/7/09, en el programa "A dos voces", TN, debatieron el juez Ricardo Recondo, titular de la Asociación de Magistrados y la diputada Diana Conti que integra el Consejo de la Magistratura. El tema eran las presiones ejercidas sobre los jueces a través del Consejo.
El Consejo de la Magistratura nació del pacto de Olivos. Alfonsín lo impuso y Menem, con tal de posibilitar su reelección, lo aceptó. La reforma de 1994 desvirtuó en muchos sentidos la Constitución Nacional de 1853, le agregó artículos innecesarios y le quitó algunos imprescindibles. Pero, en principio, el Consejo no era una mala idea.
Los principales objetivos del Consejo de la Magistratura, artículo 114 de la Constitución Nacional, son: "(1)seleccionar mediante concursos públicos los postulantes a las magistraturas inferiores" y "(4)ejercer facultades disciplinarias sobre magistrados" y "(5)decidir la apertura del procedimiento de remoción de magistrados [.]".
O sea que, bien administrado y ejerciendo justicia, sin interferencias políticas, el Consejo de la Magistratura debería postular personas idóneas para ejercer como jueces y debería iniciarles juicio político si alguno de ellos lo ameritare. Eso, en teoría.
Recién en 1998, a través de las leyes 24.937 y la 24.939, el Consejo de la Magistratura se puso en marcha. Estaba compuesto por 20 miembros entre ellos jueces, abogados con matrícula federal, legisladores de la mayoría y de las 1ª y 2º minorías, académicos y representantes del poder ejecutivo. Era un organismo equilibrado en cuanto a sus miembros. Funcionaba con mucha lentitud, pero sin demasiados problemas.
En 2005, la senadora por la provincia de Buenos Aires y presidente de la comisión de asuntos institucionales, Cristina Fernández de Kirchner, propuso una reforma al Consejo con el pretexto de agilizar su accionar.
Con la ley 26.080, quedó reformulado el Consejo. Pasó a tener 13 miembros, con mayoría de políticos (7). Ahora el Consejo de la Magistratura está compuesto por 3 jueces, 2 abogados, 1 académico, 3 diputados (2 FPV y 1 UCR), 3 senadores (2 FPV y 1 UCR) y 1 representante del ejecutivo.
Es decir que el poder ejecutivo tiene asegurados 5 votos dentro del Consejo. Para aprobar algo se necesitan los dos tercios, o sea 9 votos. Sumando todos los miembros que no pertenecen al FPV, se llega a 8, siempre falta 1. El ejecutivo está en poder del veto calificado.
Sólo se pueden postular a jueces personas aprobadas por el poder ejecutivo y sólo se le puede iniciar juicio político a un juez, si el poder ejecutivo lo permite. El resultado es una lamentable intromisión del ejecutivo en el poder judicial al que tiene maniatado, presionado, intimidado y manipulado. Un poder judicial vaciado de justicia.
Volviendo a la presión sobre a los jueces, Ricardo Recondo intentó contar en cámara (A dos voces, 23/7/09) cuando y cómo él había sido presionado desde el Consejo de la Magistratura, en un caso puntual. La diputada Conti se lo impidió. Recondo le pidió que lo dejara hablar y Conti le contestó: "no te voy a dejar hablar porque no se me da la gana ".
Eso lo dijo exactamente a las 22, 56 hs. Escandalizados, todos los medios gráficos y audiovisuales, lo levantaron. Es obvio que la intolerancia y la agresividad de la diputada Conti, aunque no son novedosas, siempre son noticia.
Lo increíble es que, a las 23,03 hs, le espetó al juez Recondo: "hacé un partido, que te voten, ganá y hacé lo que se te dé la gana." Y este atropello a la república, este analfabetismo constitucional, este ultraje a los límites del poder, no le llamó la atención a nadie.
Ni el juez Recondo, ni los periodistas del progra ma, ni el canal de noticias, ni ningún medio se hizo eco de esta barbarie. Acá se piensa que por haber ganado se tienen todos los derechos y ningún límite.
La diputada Conti, miembro del organismo que controla a los jueces, los jueces que son en teoría los que administran justicia, cree que el que gana puede hacer lo que quiere. Parecería, por la falta de reacción de los que vieron y escucharon el programa, que los argentinos creen que ganar, da todos los derechos. No es así.
El artículo 1º de la Constitución Nacional declara que: " la Nación Argentina adopta para su gobierno la forma representativa republicana federal". La república se fundamenta en el imperio de la ley, no en el imperio de los hombres.
En la república, gobernantes y gobernados se someten por igual a un conjunto de principios fundamentales establecidos en la Constitución Nacional. Esos principios reconocen los límites al poder, la división de poderes, la aceptación de las leyes, el respeto por las minorías y el derecho natural a las libertades individuales.
Los argentinos, ¿tienen claro el concepto de república? Nadie, pero nadie, ni el o la presidente, ni los legisladores, ni los jueces, ni los poderosos, ni los famosos, ni la gente común, nadie puede hacer lo que quiere por fuera de la ley. Y la ley establece que la libertad de una persona tiene como límite la libertad de otra persona.
¿De dónde habrán sacado los que gobiernan Argentina la incivilizada idea que el poder que dan los votos les permite "hacer lo que se les de la gana"? Gravísimo error de concepto, lamentablemente generalizado, que no reconoce los límites republicanos que ha de aceptar el poder de turno para gobernar dentro de la ley.
Las consecuencias de este error de concepto están a la vista. En Argentina, hoy, los gobernantes desconocen sus obligaciones y los gobernados desconocen sus derechos. La nación se ha convertido en "este país", los representantes no representan a sus representados, la república es un espejismo lejano y el federalismo una ficción.
Todo por un error de concepto. ¡Pero qué error!!!
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