Contaminación y violencia

Queridos amigos:
Una serie de hechos de violencia está afectado los conflictivos intentos de iniciar el saneamiento de uno de los ríos más contaminados del mundo, el Riachuelo de Buenos Aires, cuyos vecinos esperan alguna respuesta desde 1811.
Esto nos muestra que la descontaminación no es sólo un problema de ingeniería, aunque, por supuesto, la incluye. Tenemos problemas de cañerías y de piletas de decantación, pero también tenemos conflictos sociales, algunos de los cuales tienen que ver con una situación ambiental no resuelta y otros con una sociedad que no tiene nada que ofrecer a una amplia gama de excluidos.
Las versiones que circulan hablan de personal amenazado, camionetas destrozadas e inspectores agredidos, que tienen que cumplir su cometido custodiados por tropas de Gendarmería.
La historia que vamos a contar muestra que lo que hay que limpiar no es sólo el agua del río.
En la década de 1980, ante innumerables reclamos que pedían la erradicación de las curtiembres de la cuenca, la Asociación de Curtidores negoció una salida: la Provincia de Buenos Aires les cedería gratuitamente el terreno y ellos construirían una planta de tratamiento colectiva. Con esa condición, seguirían allí.
La Provincia les cedió un terreno que sólo servía para eso: era un antiguo basural de residuos peligrosos, donde no podía hacerse otra cosa que seguir trabajando con esa clase de basura. Sin embargo, la Provincia nunca supervisó la construcción de esa planta. Los industriales olvidaron la promesa y siguieron contaminando. De todas las fábricas del sector siguió volcándose al agua (y yendo a parar al Río de la Plata, la fuente de agua potable de millones de personas) el cromo hexavalente, una sustancia venenosa fácil de reconocer por su hermoso color azul cielo.
Finalmente, la Corte Suprema de Justicia ordenó sanear el Riachuelo y alguien recordó la promesa incumplida de los curtidores. En tantos años el predio había sido intrusado y allí había un asentamiento precario, con personas viviendo en casillas levantadas encima de los residuos peligrosos. Se hizo una gestión para relocalizarlos y comenzar finalmente la tan postergada planta de tratamiento de efluentes, la que será pagada con un crédito internacional.
Una noche, pareció que los ocupantes habían vuelto, pero no eran los mismos. En vez de un grupo de personas humildes y pacíficas, tal vez resignadas a su suerte, aparecieron otros pobladores, con reclamos agresivos y de cumplimiento imposible: querían quedarse a vivir allí. Habían decidido que vivirían en el basural y que formarían su hogar y criarían sus hijos en medio de los residuos peligrosos.
Para hacer valer ese dudoso derecho, marcharon contra la Municipalidad más próxima, que no tiene competencia sobre el tema ni sobre los terrenos. En vez de pedir hablar con alguien destrozaron las instalaciones e hirieron a los empleados. Cuando llegó la policía, las cámaras de televisión registraron a quien parecía liderar la marcha, gritando: ¡Necesito mujeres con chicos! ¡Traigan mujeres con chicos!
Y millones de espectadores vieron como los niños aterrorizados eran usados como escudos humanos para detener a la policía, mientras los manifestantes seguían su ataque contra el edificio y los empleados de la Municipalidad de Lanús. Cuaquier persona que haya visto una película de las llamadas "de acción" reconocerá los métodos de profesionales de la violencia. Se puede ver que existe una organización que ha reclutado a un grupo de excluídos, tan desesperados que aceptan que se pongan en peligro las vidas de sus propios hijos.
Unos días más tarde, se repite el operativo, también atacando a alguien que no tiene nada que ver con el problema: la manifestación ingresa en un barrio humilde, haciendo grandes destrozos. En un enfrentamiento de pobres contra pobres, muere un adolescente.
¿Cuál es el sentido de esa violencia planificada? ¿Alguien decidió profundizar el conflicto hasta que hubiera alguna muerte o se les escapó de las manos? ¿Por qué los medios de comunicación lo sugieren pero no lo dicen?
Por otra parte, los ciudadanos comunes que vieron el asalto a la Municipalidad de Lanús y los destrozos a los vecinos tienen motivos para pensar que allí se cometieron delitos. ¿La justicia piensa lo mismo? ¿Está actuando sobre personas perfectamente individualizadas y filmadas? ¿O nos hemos acostumbrado a la impunidad de las conductas violentas?
En algún momento nos preguntamos si los grupos de choque respondían a algún sector político, a alguna empresa que se resistía a dejar de contaminar, o a otra clase de actores violentos, como podrían ser los narcos. Más tarde nos dimos cuenta que la pregunta de quién había sido carecía de sentido: todo indica que en los bajos fondos del Gran Buenos Aires, allí donde la ley no llega y ni siquiera se imagina su existencia, el comportamiento mafioso es la mejor estrategia de supervivencia.
En esas condiciones, es un gran avance haber logrado un crédito del Banco Mundial que permita financiar las plantas de tratamiento de efluentes. Sin embargo, muchas de las fábricas que contaminan ya poseen una planta de tratamiento. Se las regaló el Estado a través de una desgravación impositiva y nunca la usaron, del mismo modo que los curtidores nunca intentaron construir la planta de tratamiento colectiva en el terreno que la Provincia de Buenos Aires les había cedido.
Aún más: la química Lilia Ventajas me cuenta que hace un tiempo inspeccionó algunas fábricas que parecían estar tratando sus efluentes, pero era sólo una escenografia tecnológica, hecha para engañar a quienes debieran controlar esa empresa. Una recorrida en bote permitía ver los caños con las descargas clandestinas, que se salteaban todo el procedimiento de depuración para enviar al río los contaminantes sin tratamiento.
De modo que si vamos a endeudar al país para regalarles una planta de tratamiento de efluentes, espero que estemos en condiciones de controlar que efectivamente la operen todos los días, y que no vendan sus cañerías como chatarra.
En esta entrega ustedes reciben:
  • Una nota periodística sobre esta guerra de pobres contra pobres, que culminó con la muerte de un joven cartonero.
Un gran abrazo a todos.
Antonio Elio Brailovsky
31 de mayo de 2009

La víctima fatal es un adolescente de 16 años. Recibió un balazo disparado desde una casa. Hubo, además, cuatro heridos.

Un muerto por una pelea entre vecinos y okupas en Lanús

Héctor Contreras era cartonero. Por su muerte quedó detenido un hombre de 60 años. La batalla comenzó cuando habitantes de un asentamiento de Villa Diamante avanzaron violentamente sobre Villa Giardino, un barrio de clase media baja.


Un adolescente de 16 años asesinado y al menos cinco personas heridas fue el saldo de un enfrentamiento entre vecinos de Villa Giardino y un grupo de familias que ocupa un predio cercano, ubicado a orillas del Riachuelo, en el partido de Lanús, y que desde hace casi un mes reclaman que les asignen un lugar para vivir.

Tras los incidentes, un vecino identificado como Antonio Baldassarre, de 60 años, fue detenido y alojado en la Comisaría 8ª del distrito, acusado de ser el responsable del disparo que mató al adolescente Héctor Daniel Contreras.

No es la primera vez que se producen incidentes vinculados con el predio del Riachuelo. El 8 de mayo, un tiroteo frente a la Municipalidad de Lanús terminó con 20 personas heridas.

Las 500 familias que intrusaron la propiedad donde la Autoridad de la Cuenca Matanza-Riachuelo (Acumar) debe construir una planta de efluentes industriales, están separadas de los vecinos de Villa Giardino tan sólo por un paredón.

"El 90% de los ocupantes no son de Lanús. Los terrenos están muy contaminados, es peligroso que esa gente viva ahí", explicaron funcionarios de la Municipalidad.

"Son todos italianos, nos odian y dicen que somos negros de mierda, por eso nos tiraron a matar", dijo uno de los okupas.

"Esta gente venía de una marcha y empezó a tirar piedras y a romper autos que estaban estacionados frente a nuestras casas, destrozaron todo", dijo uno de los vecinos de ese típico barrio de casas bajas del conurbano sur bonaerense.

Según pudo reconstruir Crítica de la Argentina, ayer por la tarde unos 150 habitantes del asentamiento realizaron un "aguante" a una empresa que los provee de agua potable. "Los tanos están presionando para que no nos den más agua y nosotros los fuimos a apoyar a la empresa", explicó Luis.

Los incidentes ocurrieron cuando el grupo regresaba al predio. Desde ese momento las versiones se contradicen. "Nosotros fuimos a reclamar a la Acumar para que se avance con la construcción de la planta y se desaloje a esta gente, porque desde que ellos llegaron, creció la inseguridad en el barrio; por eso ellos se quisieron desquitar con nosotros y empezaron a destrozar todo", dijo Marisa, vecina de Villa Giardino.

"Nos pidieron que no hagamos declaraciones. Estamos amenazados de manera permanente, cuando declaramos y salimos en los medios", explicó otro de los vecinos de Villa Giardino que se animó a dialogar con la prensa para explicar lo que sucedió ayer a la tarde. Según dijeron, fue una "verdadera batalla campal hasta que llegó la Policía".

"Vivimos una inseguridad terrible. Entran y salen por los agujeros que hicieron en los paredones (del predio). Hay infinidad de autos quemados", completó el hombre que prefirió quedar en el anonimato, para evitar represalias.

"Estaban armados con revólveres y cuchillos", advirtió, al tiempo que detalló que "muchas armas blancas quedaron tiradas en los jardines de casa porque al ver que los efectivos policiales se aproximaban, se dieron a la fuga tirando lo que tenían a mano y que los incriminaba".

Según las fuentes policiales, Antonio Baldassarre –un imprentero que vive en el barrio desde hace 30 años y no registra antecedentes penales– disparó contra el joven Contreras y otras cuatro personas que estaban en medio de las escaramuzas. La bala ingresó por la espalda de la víctima y le produjo una herida que le ocasiónó la muerte instantes después mientras era trasladado en ambulancia al Hospital Evita de Lanús.

Algunos testigos afirman haber visto al presunto homicida desde la terraza de su propiedad, ubicada en 1º de mayo al 5300, disparando con una pistola Bersa calibre 22.

"Toni es un tipo retranquilo, vive hace 30 años en el barrio, tiene dos hijos y es abuelo de una criatura, además tiene a cargo a su madre de 84 años, no podemos creer que él esté involucrado en este hecho y tenemos miedo de que le hagan algo a su familia", aseguró un vecino del detenido.

TENSA CALMA. Luego de los incidentes, el barrio seguía anoche en estado de conmoción. Personal de Gendarmería formó un cordón que separa los dos barrios para evitar nuevos enfrentamientos.

Los vecinos de Villa Giardimo reclamaron protección porque temen represalias de los habitantes del asentamiento. Desde la Municipalidad aclararon que ellos no pueden intervenir y que ya estaba pautada una reunión con las autoridades de Acumar, propietaria del terreno. La cita era para pasado mañana y los incidentes de ayer abrieron un interrogante sobre el destino del predio y de sus ocupantes.

Un terreno para hacer una planta

Los terrenos ubicados en la calle La Ribera y Hornos, en el partido de Lanús, donde se instalaron las 500 familias que ayer protagonizaron un nuevo episodio de violencia, pertenecen a la Asociación de Curtidores de la Provincia de Buenos Aires (ACUBA). La orden de desalojo fue firmada por el juez federal de Quilmes, Luis Armella. "Cuando nosotros desalojamos, no había familias, liberamos la zona. Es un predio que tiene residuos tóxicos y que hace años está desocupado", dijeron fuentes judiciales. "Ahí terminó nuestra actuación. El predio se desalojó y se ordenó empezar a construir la planta de tratamiento de efluentes, pero tienen que ingresar fondos del Banco Mundial para que se pongan en marcha las obras", agregaron las fuentes consultadas. "Ese predio estaba desocupado hace mucho tiempo. Cuando se enteraron de que iba a hacerse una planta fue ocupado. Hay muchos intereses en juego como para que haya gente que quiera ocupar el predio e impedir la construcción de la planta", completaron los voceros judiciales.




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