Flor excelsa e inmaculada,
cáliz de amor en el desierto,
tu belleza nos devuelve la esperanza,
a pesar de las espinas de nuestra ignorancia.
Potencias nuestra entrega
y alivias el cansancio;
cada vez que floreces,
nos hablas de milenios;
de nativos que te amaron
y de la voz del misterio.
¿Quién modeló tue pétalos
y te dió la transparencia?
Nos recuerdas al que dijo:
Yo Soy la Resurrección y la Vida.
No, al camino del atajo,
sí, a tu real mensaje.
Te esperamos cada año,
para disfrutar de tu presencia.
Cáctus noble que con paciencia nos enseñas,
acerca de la preponderancia de lo pequeño
y también, supervivencia.
Dices que podemos sanar nuestras heridas,
antes de dar la flor de la existencia;
que la claridad es posible,
que no abandonemos la búsqueda
y que aún podemos derramar nuestro néctar
al embriagarnos de sol cada mañana.
Néstor Almagro 08/12/96
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