Después de varios años de lucha, de predica, de frustraciones y de  desilusiones, sigo firme en mi deseo de salvar a mi patria y por ende a mis  conciudadanos del terrible flagelo de la depredación de nuestros recursos  naturales, la contaminación de nuestro aire, agua y suelo, el deterioro  progresivo de la salud de los habitantes cercanos a los grandes emprendimientos  mineros, el agotamiento de nuestros acuíferos y cursos de agua, la sistemática  mentira de la economía sustentable de la extracción minera, los falsos controles  ambientales que dicen una cosa y en la realidad ocurre lo contrario, la  encendida defensa de este modelo de despojo y destrucción de nuestro entorno,  que hacen los   funcionarios de turno autorizando todos los días  nuevos emprendimientos; en fin, la oprobiosa situación que vive nuestro sufrido  país en manos de los buitres internacionales y sus obsecuentes esbirros locales,  cuyos intereses no pueden comprenderse, ya que cualquier argentino, medianamente  inteligente, se da cuenta de que esto no tiene asidero, mírese por donde se lo  mire. 
 Mis reflexiones son las siguientes:
 ·        ¿Creen los políticos  y funcionarios que apoyan y defienden este modelo de destrucción y  contaminación, que ellos y sus familiares no van a ser alcanzados por las  consecuencias del envenenamiento del agua, del aire y del suelo? 
 ·        ¿No se dan cuenta  que las minería es un recurso no renovable, y que cuando se agota el yacimiento,  los depredadores arman sus valijas y parten buscando otros lugares para  depredar? 
 ·        ¿No consideran que  el daño al medio ambiente es prácticamente irreparable y que en el mejor de los  casos pasaran cientos de años para que la madre tierra se recupere de sus  heridas? 
 ·        ¿No les importa que  sus conciudadanos, sumergidos en la desesperación y la pobreza, deban emigrar de  su terruño y abandonar sus raíces étnicas y afectivas, para salvar a sus  familias de una muerte segura? 
 ·        ¿No ven que nos  despojan de nuestras riquezas y medios tradicionales de vida, llevándose todo y  dejando solo sus enormes cráteres contaminados y la desertificación de  vastas regiones de nuestro país?  
 ·        ¿No piensan que en  algún momento deberán rendir cuenta de sus actos ante su pueblo, la justicia y  finalmente ante Dios, que si pueden escapar de los dos primeros de este último  no podrán hacerlo? 
 Solo les pido que en algún momento dejen sus confortables despachos con  aire acondicionado y cómodos sillones y vayan a recorrer los pueblos que sufren  esta terrible situación y palpen lo que sufren nuestros queridos hermanos  cordilleranos, gracias a sus decisiones de defender al maldito y castigar al  desamparado. 
 Mis conciudadanos saben que nunca los abandonaré y seguiré bregando por  su salvación y la de sus familias.
 ¡Dios me dé vida y salud para ver cumplido mis sinceros  anhelos!
 Incondicionalmente en defensa de la vida
José Jorge Aldecoa
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