CORPORATIVISMO INDECENTE

Corporativismos indecentes
Pocas cosas venidas del poder político, del económico, del empresarial, del judicial y del religioso resisten el análisis más benévolo. Y es en buena medida porque a los representantes de todos ellos sólo les preocupa de este huerto la apariencia de sus frutos, pero en absoluto la pulpa sustanciosa de la que carecen...
Hasta para profesar el corporativismo hay que ser inteligente. La corporación ha de tener una apreciable inteligencia colectiva para que no se note, además de tenerla sus miembros por separado...
Jaime Richart
www.kaosenlared.net/noticia/corporativismos-indecentes
La sanción de 1.400 euros impuesta por el CGPJ al juez Tirado por una negligencia (la negligencia no admite grados: existe o no; sólo puede medirse por los efectos), es una decisión de menguados que creen vivir entre memos.
Con la nula y destartalada inteligencia que destila el CGPJ, órgano superior de la judicatura española, ¿qué podemos esperar de ese alto Consejo, de los jueces que nos juzgan y de algún modo nos gobiernan?
Si los políticos predominantes -sean de derecha, sean de la izquierda débil- muestran a menudo sus lagunas y desconchones cerebrales, es aún más triste y exasperante sentirse la ciudadanía sometida cada día al arbitrio, a la veleidad y a la estupidez de la judicatura siendo así que la ciudadanía ve en el juez y en la Justicia el último refugio de las desgracias ciudadanas y los desmanes de los demás poderes...
La justicia propiamente dicha es asimismo el último valor que puede perder una sociedad moral y cívicamente avanzada. Pero a juzgar por cosas como ésta (es decir, por agresiones a la nuda inteligencia del humano del montón dados por la inteligencia ilustrada salida de una carrera por oposición), puede asegurarse que estamos en manos de gilipoyas, de simplones corporativistas que trastean como quieren a 60 millones de personas.
En esto hay bastante más en juego de lo que aparece. Una vez más los políticos -ejecutivo y legislativo- y el poder judicial tratan asuntos graves (más graves por lo que significan que por el hecho en sí), con la condescendencia propia de los condescendientes consigo mismo en la medida que son intransigentes con los demás. Y es que a la postre, además del corporativismo usual, existe una difusa complicidad entre los tres poderes institucionales de Montesquieu (aparentemente separados). Y a ella se une la complicidad de la prensa y en general de los medios demasiado benevolentes para lo que sería menester.
En resumen, resoluciones como esta que afecta al juez Tirado, y la sentencia por unanimidad del Tribunal Constitucional dando al traste con la iniciativa política de Ibarretxe, son como para desautorizar o desmontar al poder judicial al completo.
Lo que sí es cierto, y en esto me anticipo a los objetores de conciencia que asaltan a de quienes detestamos este modelo, es que poco hay por donde pueda cogerse y menos celebrarse en este caótico país: subvenciones asignadas por el gobierno a quienes no las merecen, preocupación esquizoide por el pleno empleo hasta extremos grotescos, mantenimiento de sectores improductivos que cierran el paso a otros que llaman a gritos a las puertas del sentido común (como los relacionados con las energías alternativas y en general la ecología y el medio ambiente), etc, etc. Pocas cosas venidas del poder político, del económico, del empresarial, del judicial y del religioso resisten el análisis más benévolo. Y es en buena medida porque a los representantes de todos ellos sólo les preocupa de este huerto la apariencia de sus frutos, pero en absoluto la pulpa sustanciosa de la que carecen...

Jaime Richart
Licenciado en Derecho y miembro de la Fiscalía General del Estado en el primer gobierno democrático con Adolfo Suárez
Aportado por: Antonio Marin Segovia

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